Sus padres actualmente están presos en Concepción y Lebu:
Impactantes relatos de niños y mujeres por allanamiento de carabineros en LLeulleu
Pese a que ha transcurrido más de un mes del allanamiento a la familia Parra Cárilao, de la comunidad Esteban Yevilao en la comuna de Tirua en la Octava Región, los hermanos Paola (13) y Daniel (10) y sus hermanitos Fernanda (7) y Norberto (4), recuerdan con claridad cómo los amenazaron con que “Si no decíamos la verdad, nos llevaban a la mamá presa y a nosotros a un hogar de menores”. Amenazas que no fueron solo verbales, pues se usaron armas contra ellos: “me apuntaron en la cabeza, de cerca, estaban adentro de la casa, me amenazaron, me decían que si no entregaba las armas se iban a llevar presa a mi mamá y yo me puse a llorar”, relata afligido Daniel. A Paola se le incautó su celular, porque “era muy chica” y hasta ahora no le ha sido devuelto.
Texto de Elías Paillán.
Viernes 12 de diciembre de 2008. Observatorio Ciudadano.
Desde LLeulleu/ Diversas informaciones daban cuenta que una familia mapuche con cinco niños, del sector Choque cerca del lago LLeulleu en la comuna de Tirúa, Octava Región, habían sido fuertemente allanados el pasado 17 de octubre por un gran contingente de carabineros y policía de investigaciones. Ello posterior a una emboscada que afectó a un fiscal de Cañete que investigaba hechos en el marco de la movilización de comunidades por la recuperación de tierras.
Para llegar hasta al lugar y conocer en qué estado estaba la familia, y en especial los niños, cuyos padres fueron detenidos no es fácil. Desde Temuco hay que llegar primero a Carahue, luego a Tirúa y desde Tranapuente seguir por el camino de ripio de la carretera de la costa, hasta Lleulleu.
En la zona se aprecia un continente de carabineros apostado en la casa del particular Santos Jonquera, quien señala haber sido víctima de ataques. Los policías además resguardan las forestales de Mininco y Volterra.
En cada paradero hay grafitis que exigen la salida de las forestales del territorio mapuche, al igual que las mineras, y la libertad de los prisioneros políticos mapuche. Incluso en un colegio ubicado en el sector de San Ramón lo que más se apreciaba eran sus extensos rayados.
Temor, desconfianza y denuncias
En la población existe miedo, incertidumbre, por la alta presencia de policías en la zona. “Militarización que no ayuda a la convivencia”, nos dice un dirigente que no quiere identificarse. En una casa una mujer que declinó identificarse señala que “aquí los niños del colegio de Ranquilhue sufrieron acoso de los carabineros, le apuntaron con sus metralletas, le revisaron las mochilas y le pidieron sus cédulas de identidad”, comenta.
En la comunidad Esteban Yevilao otro comunero señala que él no puede entregar información, sino sólo la directiva. Pero igualmente explica que todo sucede por la compra fraudulenta que las empresas forestales Mininco y Volterra hicieron de sus tierras en el pasado, y que ahora con justa razón las comunidades están empeñadas en recuperar. Iniciativa que es respaldada por la machi Rosa Astorga Pilquiman de la comunidad El Malo, pues para ella “cada vez se hace más difícil recolectar hierbas medicinales, por la abundancia de pinos y eucaliptos que afectan las tierras y disminuyen las aguas, así como la eliminación del bosque nativo”, explica en su casa al deleite de un refrescante vaso de chicha.
Niños afectados por allanamiento
Paola tiene 13 años y junto a sus hermanos Daniel de 10, Fernanda de 7 y Nolberto de 4, quedaron impactados y choqueados por la violencia y gran aparataje militar con que allanaron sus casas y detenido su padre Nolberto Parra y su tío Cesar, el pasado 17 de octubre. “Me bajé del furgón del colegio, donde mi tía y de repente cuando aparecen carabineros, revisándome, quitándome el celular, y diciéndome quién me lo había regalado y por qué si era muy chica, me dijeron que no tenía que tener celulares a esta edad”, relata con voz entrecortada.
Daniel cuenta otro hecho acaecido el 12 de junio pasado cuando mientras estaba en su escuela sintió disparos. Al acudir al lugar observó a su padre ensangrentado tras un ataque de carabineros que le disparó espalda, mientras él buscaba leña con una motosierra en terreno de su hermano. “Él arranco porque le dio miedo que le hicieran lo mismo que en Tranaquepe.” En aquella ocasión los carabineros lo maltrataron, señala. “Le dejaron moretones en los hombros, en la espalda, también le sacaron un diente, le dejaron los ojos negros. Mi papa quedo jodido de la mano, tenía una mansa herida, por eso le habían agarrado susto a los carabineros y de ahí mi papa se saco fotos donde aparecía sangrando”, comenta con pena. Posteriormente esas fotos fueron requisadas por carabineros el día del allanamiento.
El día del allanamiento del 17 de octubre Daniel cuenta que “Me apuntaron en la cabeza, de cerca, estaban adentro de la casa, me amenazaron, me decían que si no entregaba las armas se iban a llevar presa a mi mama (Jessica), y yo me puse a llorar. A mi tía (Verónica) le decían que entregara las armas sino le iban a llevar a todos sus hijos…Después se fueron a la casa de mi mami (abuela Maria Liencura de 73 años), y le empezaron a desparramar toda la harina, y parece que le echaron Tañas”.
Continúa su crudo relato: “Y después le llevaron todos los huevos a mi mami, eran los últimos que tenia y se los llevaron, y parece que se los comieron. Ahí donde estaban sembrando (Nolberto y Cesar Parra) desparramaron las papas y el abono también. Desparramaron todo. Los carabineros, pararon a un caballero que andaba vendiendo frutas, le apuntaron, él traía una guagüita también, lo apuntaban, le decían insolencia y le decían que se fuera, él se fue con miedo…” culmina su testimonio con sollozos.
Testimonio de las madres
Jessica Cárialo (27) madre de los niños antes mencionado y esposa de Norberto Parra, actualmente detenido en Concepción ratifica que ese día llegaron carabineros, “apuntando con las armas a los niños, llegaron diciendo entreguen las armas, donde tienen las armas, cooperen. Nosotros le decíamos si no tenemos armas, de dónde vamos a sacar armas. Ellos decían, es que digan, tienen que decir donde tienen las armas. Hicieron el allanamiento y no encontraron nada”. Comentó que había un gorro hace semanas botado en un camino público que todo el mundo ignoraba al transitar, pero que carabineros mostró como medio de prueba señalando haberlo tomado al interior de la casa allanada. “Los carabineros pasaron a recogerla”, nos cuenta la familia.
Verónica Mariñan, esposa de César Parra, tiene un bebé de un año 8 meses y se llama Celso Explica que ese 12 de junio su esposo estaba buscando leña en tierras de su hermano Nolberto cuando fue atacado por carabineros y se les pasó la mano. Después decían entre ellos (los carabineros): ‘la cagamos’ decían entre ellos y decían ‘la jodieron con dispararle al chiquillo si estaban en un recinto privado’ y ellos le pusieron que estaba en la Mininco que habían disparado allá que andaba robando madera, puras mentiras eso. Allí tiene las pruebas, ahí le dispararon”, añade. “Los niños están traumatizados, no pueden ver a carabineros, mi hijo ve un carabinero y arranca y se aferra a mí, en las noches tienen pesadillas”, concluye.
Por su parte la abuela María Liencura Yevilao (73), madre de Jessica y Leonel, relata: “patearon mi casa, patearon la puerta, usted vio como estaba ahí (quedó un hoyo). Y la tele la tiraron abajo y la radio también abajo. Todo, harina cruda tenía y me la desparramaron. Me querían llevar mi Trarilonko y mi prenda, todo eso lo querían llevar, yo tuve que quitarlo. No sé para que sería que se lo querían llevar y fotos de mi finado esposo… también de mi chiquillo, donde a ellos le pegaron por ahí en Tranaquepe… ‘Dé la verdad y le vamos a pagar un sueldo, le vamos a pagar plata y usted va arreglar todito’, así me decían (los carabineros). ¿Cómo yo les voy a decir, si no hay armas aquí?”, culmina.
Termina el recorrido y a la zona con una sensación ingrata, ¿cómo y por qué una institución de estado que está para proteger a las personas, especialmente a los más vulnerables como niños y mujeres, hace todo lo contrario? ¿Por qué carabineros y policías con el aval de los fiscales, cometen estos abusos? ¿Quién responde por la salud psíquica y física de esos menores?, son interrogantes que esperan una respuesta más temprano que tarde.
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