He aguardado muchas noches las primeras señales del día.
… Se acordó un primer corte en la salida a Balmaceda (allá está el Aeropuerto),
para “dar un respiro” a los compañeros y compañeras que llevaban días de
represión brutal en el Puente de Puerto Aysén. De hecho, Fuerzas Especiales se
trasladó a Coyhaique (65 Km)… algunos compañeros nos iban avisando: “están en
el cruce”… “llegan en quince minutos”… Llegaban los amigos, pidiendo pasar,
porque perderían el avión, otros
intentaban tirarnos los vehículos
encima. Se dejó pasar a quienes venían al Hospital desde el sector rural…
Estuvimos allí varias horas, y no tuvimos represión… pero “se dio un respiro a
Puerto Aysén”
Creció la
movilización en Coyhaique y también la
represión. Al llegar las tardes se armaron muchas barricadas en todas las
poblaciones… Para mi, hubo cuatro noches de terror en un pueblo que NUNCA,
JAMÁS había visto ni imaginado a FFEE, zorrillos y guanacos, irrumpiendo en sus plazas y pasajes.
Hasta en mi propio
hogar entró su gas lacrimógeno, luego de que junto a vecinos y vecinas, en un
par de pequeñas barricadas, con nuestros niños y jóvenes conversábamos y
tocábamos nuestros tarros (casi una orquesta con baldes habían armado los
chicos y chicas), de pronto se cortó la luz e irrumpió FFEE. Un vecino tardó un
poco más en cerrar su puerta, ante la que explotaron tres bombas lacrimógenas…
dos bebés asfixiados y una embarazada afectada… y todos sin comprender tal
brutalidad ante unos vecinos y vecinas absolutamente pacíficos, sin siquiera
una piedra en la mano… Pudimos hacer la denuncia por la radio…y esa noche
fuimos escuchando una y otra vez situaciones semejantes.
Las barricadas
prendieron innumerables por las poblaciones, los vecinos y vecinas se
organizaron muy rápido, y se activaron las redes movilizadoras y protectoras.
Entre otros, los
Observadores y Observadoras recorrían (recorren aún) las barricadas cada noche,
muchas veces a pie o en bicicleta, organizados por sectores, conversando con
los vecinos, conteniendo, recogiendo los testimonios y evidencias de la
represión.
Nosotras partíamos
temprano hacia el Hospital, asegurando la credencial, la máquina fotográfica,
lápiz y cuaderno, y los C. Identidad. Allí, luego de un par de barricadas, en
el centro de nuestra ciudad, en medio
del silencio, la oscuridad y la lluvia, algunas veces la micro de FFEE y los
retenes móviles fueron los únicos
vehículos que topamos en nuestro camino.
No quiero hacer un
recorrido ordenado por el recuerdo de esas noches, pero no puedo dejar de
decir:
…Una madre lleva a
su hijo, para que reciba atención médica. El joven tiene un corte en la cabeza,
y golpes en diversas partes del cuerpo…Mientras ingresa a Urgencia, irrumpe
FFEE en la Sala de Espera, unos 15 o 20 carabineros… con gran violencia
arrestan al hermano del herido y a una joven que los acompaña. Caen al suelo
algunas personas, nos empujan, la mamá (que iba en pijama), se aferra al carro
policial en que han encerrado a su hijo, rogando que se la lleven a ella
también, “yo le pedí que me acompañe”. A raíz de este forcejeo hubo golpes,
heridas, una mujer desmayada, un padre muy enfermo que llegó más tarde, con los
apósitos propios de su tratamiento, para acompañar a su familia.
Esa noche y otras,
FFEE ingresaron o retiraron detenidos por puertas laterales del Hospital, y no
por donde se encontraban las Observadoras y otros voluntarios, que
fortalecieron rápidamente ese punto de observación.
La noche siguiente
también tuvimos detenciones de acompañantes dentro del Hospital, por FFEE. Se
realizó escáner a dos jóvenes, tres hospitalizaciones “todos con carácter
médico legal grave”. Los vecinos y vecinas nos relatan que el vehículo policial
embistió contra los manifestantes, atropellando a uno de ellos, quien cayó al
suelo… carabineros golpea al caído, y también al amigo que fue en su auxilio.
Más tarde nos cuentan también cómo carabineros, mientras se trasladan al
hospital, les gritan y molestan con gestos, desde su vehículo policial.
Durante esas noches
llegó también un hombre a quien le impacta una lacrimógena en herida aún con
vendas por operación en un pié… una joven
embarazada, a quien los voluntarios recogieron y trasladaron inconsciente
a causa de las lacrimógenas en su hogar,
otra persona muy asustada, que no nos da su identidad.
A raíz de estas situaciones, ágilmente se
coordinó la presencia de abogados y voluntarios con cámaras en el Hospital, y
muchos heridos comenzaron a ser atendidos por médicos voluntarios y personas
capacitadas en sus propias poblaciones. Yo misma los vi salir, en vehículos y
bicicletas, con bolsas botiquines previamente preparadas, desde la sede de
ANEF, que fue nuestro refugio por estas noches.
También fueron
oscuras y frías las noches de la toma de la Plaza… La segunda noche, alrededor
de las 5 de la mañana decidimos consultar acerca de sus intenciones a carabineros de FFEE, que se vestía sus
“implementos” frente a nuestros propios ojos, ya que muchos de los
participantes dormían a esa hora en algunas de las 20 carpas instaladas en los pastos. “Estamos por otra
cosa, váyase y duerma tranquila no más” me respondió el carabinero, con tono
poco tranquilizador. Igual despertamos a nuestros compañeros y compañeras, y
nos preparamos… Alrededor de ¡ciento cincuenta! efectivos nos desalojaron hacia
las 7:30 de la madrugada.
A pesar de mi
terror a las noches oscuras, creo que se acercan las madrugadas. La pregonan
los amigos y amigas que conocí estas noches, y los de antiguas luchas, y los que
mandan hermosas fotos de ánimo por internet. Hombres y mujeres generosos y
valientes a morir, que asumen un puesto en esta enorme comunidad, ya sea
organizando a través de un celular, ya sea partiendo en autos escasos de
combustible, o en bici o a pie, a lo que se requiera; ya sea levantando ollas
comunes; haciendo denuncias, o abrazando a una hermana complicado…, o
transmitiendo o escuchando las persistentes ondas de una radio….
Son algunos
desordenados recuerdos de momentos oscuros, pero esperanzados de claridad…
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